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2010/08/06

Expresiones de origen mitológico: cuando el habla de los dioses baja a la calle

20minutos

Los dioses y héroes de la mitología clásica abandonaron hace muchos siglos el día a día de la humanidad y quedaron relegados a lejanos cuentos y arquetipos. Sin embargo, aquellas influyentes sagas -en lo literario y en lo filosófico- dejaron un buen poso en nuestra forma de hablar y no sólo en el lenguaje muy culto, como algunos pensarán.
Lo cierto es que muchas expresiones y palabras provienen de aquellas narraciones míticas y las utilizamos en nuestra forma de hablar más coloquial. El periodista Fernando Castelló ha glosado muchas de éstas en su último libro Hablar como los dioses. Diccionario de nuestras expresiones y términos coloquiales de origen mitológico y grecolatino (2010, Evohé, 16,40 €).
Es fácil imaginarse que cuando alguien dice que "ha vivido una auténtica odisea", se compara con el largo y tortuoso viaje que sufrió Ulises para llegar a su hogar en Ítaca. Sin embargo, ¿cuántos creen que al decir que se tiene "vista de lince" pensamos en el animal en peligro de extinción? Si lo piensan, quizá estén equivocados. Estas son algunas de las expresiones que utilizamos coloquialmente y que tienen su origen en la mitología grecolatina:

"Tener vista de lince". Con todos los respetos para el felino -del que desconocemos si tiene una gran vista- la expresión proviene de Linceo,  uno de los argonautas que acompañó a Jasón en la búsqueda del vellocino de oro y que junto a su hermano, luchó contra sus primos Cástor y Pólux y murió. El poeta Píndaro escribió de él:  "De todos los habitantes de la tierra fue el de visión más penetrante".
"Ser presa del pánico". ¿Quién no lo ha sido alguna vez? ¿Quién no lo ha dicho? Se decía que los persas huyeron presas del pánico creado por el dios Pan en la batalla de Maratón (algo también tendrían que ver las falanges atenienses). Resulta que Pan era hijo de una ninfa y Zeus (o Apolo o Hermes, según las versiones): la parte superior del cuerpo era la del hombre y la inferior la de un macho cabrío. Su apetito sexual era incansable y era conocido por acosar a las ninfas por lo que su identificación con el temor más intenso se debe a los sustos que provocaba a las pobrecillas acosadas cuando aparecía ante ellas o a los aterradores gritos que profería si era despertado. En la Edad Media, al diablo se le representaba con la forma de este dios.

"Creerse el ombligo del mundo". Expresión que se utiliza, con razón o sin ella, para referirse a quien se cree el más importante, el que piensa que el mundo gira a su alrededor. En la mitología griega el ónfalo (ombligo) era una piedra sagrada situada en el templo de Apolo, en Delfos (el del célebre oráculo).  Se dice que Zeus soltó dos águilas, una hacia el este y otra hacia el oeste, para que dieran la vuelta al mundo y al final se encontraron allí. Además, la piedra estaba equidistante entre el cielo y el infierno. En resumen, dos pruebas irrefutables -mitológicamente- de que aquel ombligo era el centro del mundo.

"Ser un caco". Aunque quizá ésta haya caído algo en desuso, seguro que alguno habrá oído llamar a un ladrón "caco". Lejos de un origen en la jerga de la calle, este término se refiere a Caco, un gigante de tres cabezas hijo del dios Vulcano que vivía en el Aventino (una de las siete colinas de Roma). Cuando Hércules llevaba a cabo uno de sus famosos trabajos se quedó dormido a orillas del Tíber mientras llevaba unas reses. Caco aprovechó el momento y se las robó, convirtiéndose en el primer ladrón de reses o cuatrero de la mitología. En cualquier caso, no debería ser un modelo a seguir, los mugidos de los animales despertaron a Hércules y éste mató a Caco.

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